En esta ocasión veremos la última entrega de la saga de James Lee Wong. A diferencia de las cintas anteriores protgonizadas por Boris Karloff, en esta ocasión, el papel del detective chino recae en Keye Luke. Éste actor sería recordado, entre otros papeles, por haber dado vida a Charlie Chan, otro famoso detective oriental y, especialmente, por encarnar al maestro Po en la serie televisiva Kung Fu.
Al igual que en las entregas anteriores, el guión es inteligente y maneja con habilidad los códigos del género.
La trama no lleva a una expedición arqueológica en Mongolia, que descubre una antigua tumba y un pergamino que contiene un secreto de vital importancia para quién pueda poseerlo, tan importante es el secreto en cuestión que hay quienes están dispuestos a matar por ello.
Una de las virtudes de la película y de su intérprete principal es que Luke no intenta imitar el excelente trabajo de Karloff, sino que da a Wong su propio estilo. El Wong de Luke es más joven que el de Karloff. Esto lo lleva, incluso a confrontar físicamente con un delincuente, de ser necesario.
En esta entrega, Grant Whiters repite su rol de las cintas anteriores, personificando al capitán Street, aunque al haber cambiado de actor principal, pareciera haberse borrado la continuidad o haberse situado esta aventura anteriormente a las otras, ya que en el primer encuentro de Street y Wong, los dos personajes no se conocen.
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